Reflexión desde la Secretaria de Asuntos Pedagógicos
En estos días, el comercial de un automóvil abrió la polémica sobre el término y los alcances de la “meritocracia”[1], término también utilizado por el discurso del gobierno macrista.
El concepto fue acuñado por Michael Young en 1958 en un ensayo novelado cuyo título es “El triunfo de la meritocracia. 1870-2033: ensayo sobre educación e igualdad”; este sociólogo y activista del laborismo británico hacía una crítica a la creciente elitización de la educación europea. Según el autor, la fórmula para acceder a la elite es: Coeficiente Intelectual+ Esfuerzo= Mérito. Este concepto (originalmente crítico) fue revalorizado por el neoliberalismo otorgándole connotaciones positivas partiendo de la falsa premisa de que todos nacemos iguales; el objetivo de esta revalorización es justificar una ideología que se opone a toda idea de solidaridad social y combate cualquier tipo de política asistencialista y trabajo colectivo.
Varios funcionarios macristas son fervientes defensores del concepto para educación: el Ministro de Educación Esteban Bullrich ya se ha pronunciado en contra del ingreso irrestricto para la Universidad: “Por mas que uno ley ponga ingreso irrestricto, si el alumno no comprende un texto no puede estudiar en la Universidad. Hay que hacerse cargo y no mentirle al chico: hay que decirle: esto no lo sabés. Esto no es estigmatizar…” E Bullrich (La Nación 3/5/16)[2].
[1] En la publicidad de Chevrolet se sobrestima el éxito, el esfuerzo personal sin que nadie te regale nada, sin la ayuda de nadie. Resulta paradójico que precisamente sea la publicidad de una empresa que recibió en el 2009 la ayuda de Obama por 50.000 millones y subsidios en otros países como México o Argentina.
[2] Resulta paradójico que la exaltación de la meritocracia provenga de un Ministro de Educación que nunca fue docente ni tiene estudios superiores relacionados con la docencia.
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