“Profe, no puedo ir a buscar la tarea. Cuando se termine todo esto, voy”; “Seño, en mi celular no puedo descargar los archivos que mandó”; “Soy la mama de Brian, para los profes sin ofender. ¡Pero me parece un montón para los chicos además de estar encerrados a eso sumarle tanta tarea! Además, en mi casa somos muchos y a veces es muy complicado sentarme y acompañarlo. No es fácil”; “Seño, ¿cómo es lo de bolsones de comida? ¿Nos corresponde? ¿Hay que tener un permiso para ir a buscarlo?”
En las últimas semanas, maestrxs y profesorxs de todos los niveles ensayamos algunas actividades a distancia e hicimos lo posible para acercarnos a nuestrxs alumnxs y sus familias. Aun sabiendo que no hay virtualidad que reemplace nuestras intervenciones en la escuela, hicimos blogs, probamos distintas plataformas, hicimos videoconferencias con directivos y alumnxs, nos filmamos explicando o leyendo, armamos grupos de whatsapp, de mails. En muchos casos también hicimos de puente para que las familias puedan ir a buscar un bolsón de comida que resultó insuficiente y desigual.
Hemos dado respuestas que no tenemos una y mil veces ante una nueva situación en la que la escuela es otra vez la cara visible del Estado.
Sabemos que para muchxs chicxs y familias hacer la tarea no es la prioridad en este momento. Muchxs están encerradxs en ambientes pequeñísimos, se quedaron o saben que se quedarán prontamente sin trabajo; su preocupación es saber cómo pagarán las cuentas a fin de mes o cómo estirar la comida que no alcanza sabiendo que, en los barrios, los comedores están colapsados.
Mientras compartimos y nos llenan de impotencia sus preocupaciones, debemos dar respuestas a algunxs directivxs y supervisorxs que, bajo la idea de que “tenemos que seguir adelante con nuestra tarea”, nos exigen tareas, devoluciones y respuestas. El control sobre el trabajo virtual facilita el panóptico. Si lxs alumnxs no tienen internet, conexión o viven en un ambiente con toda su familia… allá ellos.
El rol docente
“Lo importante es no perder el año”, “No habrá vacaciones de invierno”, “El ciclo se cierra en 2021”. Si bien aún no hay definiciones, todas estas son posibilidades.
¿Es esto lo que de verdad nos importa? ¿No tendremos que poner el oído cuando lxs pibes vuelvan a la escuela? ¿No debemos evaluar las condiciones en las que van a volver a la escuela? ¿Cuántos van a haber hecho la tarea? ¿Cuántos van a haber comido todos los días? ¿Cuántos van a estar con la cabeza para aprender todo junto y apretado? ¿Enseñamos todo junto a la vuelta o se extiende el ciclo al 2021? O barajamos y damos de nuevo: tal vez en estos tiempos de pandemia no tengamos que pensar tanto cómo “ganar la carrera”, poniendo días allí donde faltaron, acelerando y apretando contenidos. La vuelta dejará más preguntas que certezas acerca de cómo seguir con nuestra escuela. Y quizás, sea el tiempo de pensar colectivamente cómo es esa escuela pública que necesitaremos seguir construyendo.
¿Y si lxs docentes no hacen falta?
Las materias virtuales, el campus y los tutoriales reemplazando a las clases presenciales son un objetivo de las reformas que propone el Banco Mundial en materia educativa. El proyecto UniCABA pretende que muchas materias sean virtuales y no es casual que las autoridades aprovechen lo que suceda en estos meses para demostrar que esto funciona. Algo parecido sucede con la Educación Secundaria y el proyecto Secundaria 2030.
Si bien lxs docentes podemos en esta situación excepcional trabajar a distancia, sabemos que esto no reemplaza las clases que damos cara a cara con nuestrxs alumnxs, donde intercambiamos, interpretamos gestos, evacuamos dudas y construimos el conocimiento entre todxs.
Otra vez, nos multiplicamos en nuestra tarea. Pero debe quedar claro que esa es nuestra respuesta en este momento tan difícil en el que otra vez lxs docentes estamos para ayudar, dar la cara y poner el cuerpo ante un Estado que escasea.