A comienzos de este año un barco que provenía de Trípoli, la capital de Libia, que queda muy lejos de Argentina, en el norte de África, se hundió en el mar Mediterráneo y murieron 800 personas que escapaban de su país, de la guerra, de la miseria con la esperanza de vivir, de poder vivir. Sólo 27 sobrevivientes llegaron a la costa de Italia, que queda justo enfrente de África.
Solamente el año pasado, más de 2500 personas murieron tratando de cruzar el Mar Mediterráneo para llegar a Europa en embarcaciones precarias. Son cientos de miles las personas que intentan escapar año a año de sus países porque los persigue la guerra, o porque los persigue un gobierno o porque es el hambre y la falta de trabajo la que los hace huir en busca alguna oportunidad.
Los europeos saben lo difícil que es migrar. Lo saben porque millones de ellos huyeron del hambre en el siglo XIX, luego, de la Primera y la Segunda Guerra Mundial y buscaron refugio en otros países. Pero hoy los gobiernos europeos cierran sus puertas a esas personas que se escapan de la guerra y de la miseria. Guerras, hambre y miseria que no son naturales. Hambre, miseria y guerras que son resultado de lo que esos mismos gobiernos de Europa provocaron: cuando capturaron y vendieron como esclavos a más de 11 millones de africanos entre los siglos XV y XIX; cuando ocuparon los territorios de Asia y África para llevarse sus riquezas y recursos naturales; cuando provocaron y siguen provocando guerras e invasiones a esos pueblos para que las grandes empresas se sigan enriqueciendo.
Hoy, los poderosos de Europa cierran sus puertas. Las fronteras de muchos países están cerradas y se construyen muros que impidan el paso de familias que desesperadas, buscan llegar a una tierra donde poder vivir mejor. Donde no morir de hambre, donde poder tener un trabajo, donde poder dormir sin el miedo a que una bomba destruya todo.
Por eso es que mucha gente viaja como puede, en barcos que se hunden. Mucha gente que incluso no sabe nadar prefiere viajar en esos barcos para tratar de llegar como pueden a nuevos rumbos en donde encima no son bien recibidas. Y pasa lo que pasó ayer, hoy, hace algunos días.
¿Por qué les contamos esto? Porque nosotros los latinoamericanos también tenemos mucha historia de viaje y migración. Y también una historia similar a la de los africanos y asiáticos, en muchos aspectos. Pero a veces también nos olvidamos de estas cosas. Y las cosas que hoy pasan son tan terribles que nos cuesta entender por qué ocurren. Para no olvidar, para pensar, para entender, para eso les contamos esto. Pero también para poder pensar entre todos cómo cambiar este mundo, cómo construir otro donde no haya ni guerras, ni hambre, ni miseria, ni niños que mueran como Aylan.