Desde el Consejo Directivo de Ademys saludamos a todos los docentes del país que cotidianamente dan testimonio de su compromiso con su pueblo, con la enseñanza, con la escuela pública.
Desde nuestro sindicato reivindicamos la figura integral del docente.
En estos años en los que los diferentes estados, tanto el nacional como los diferentes estados provinciales degradan día a día nuestros derechos salariales y laborables, reafirmamos como organización sindical nuestro compromiso en defensa del conjunto de nuestras justas demandas y reclamos.
Al mismo tiempo, luchamos contra las políticas educativas que intentan vaciar la dimensión histórica, política y social de los maestros y profesores reduciendo su rol a simples ejecutores de las decisiones tomadas por los organismos internacionales y locales.
Esta decisión del poder no refiere a una cuestión «metodológica», muy por el contrario constituye una decisión estratégica para la construcción de una escuela que naturalice la desigualdad social.
La figura de Carlos Fuentealba, su vida, su compromiso docente y como trabajador de la educación, expresan la integralidad del rol docente que queremos impulsar como educadores y trabajadores.
Los testimonios de sus compañeros nos señalan al docente preocupado por la contención afectiva de sus alumnos, por el aprendizaje de los mismos, interesado por la tarea formativa del docente, y a la vez consciente de que la fortaleza de la escuela pública y popular solo será posible con un proyecto de sociedad alternativa- igualitaria.
Esta conciencia de la realidad integral del compañero, producto de una visión universal de la existencia, es lo que derivó en su práctica social, compromiso sindical y también su asesinato cuando se encontraba luchando junto a sus compañeros.
Por ello, entendemos desde Ademys que la lucha docente debe tener objetivos integrales: por el salario, las condiciones laborales, el aprendizaje de nuestros jóvenes y niños y por una producción y distribución del conocimiento de carácter colectivo, por una escuela pública transformadora y que aporte al desarrollo de la emancipación social.
¡FELIZ DÍA COMPAÑEROS!
CONSEJO DIRECTIVO DE ADEMYS
SECRETARÍA DE CULTURA
Compartimos unas palabras elaboradas por nuestro compañero Hernán Boeykens, maestro de la escuela pública.
Hemos pasado de todo un poco. Los vaivenes de nuestra historia como pueblo, como país, como sociedad tienen siempre un descarga sobre la educación. Pero somos un barquito. Y en este mar hay maremotos y tifones, tormentas y monstruos marinos, nubes en el cielo con malos presagios. Y nuestra escuela es un barquito en la marea navegando contra la corriente, un barquito que sale a flote en la adversidad. Un barquito contra la corriente. Desplegamos nuestros guardapolvos como velas, la brújula apuntando al sur –que es nuestro norte-, las manos bien agarradas del timón y allá vamos.
Nada de lo que hacemos aquí adentro lo hacemos en soledad. Todos somos tripulantes de la misma nave: niños, familias, auxiliares y docentes. Acá nos mojamos todos con la misma ola, acá nadamos todos y aprendemos a leer en las estrellas el rumbo nuestro. Aprendemos, sí, los maestros aprendemos, no sólo enseñamos. Aprendimos de nuestros mejores maestros que vale la pena seguir, que no importan las dificultades porque la tarea que elegimos es inmensa, es incomparable, es grande como el océano. (Una vez una alumna de séptimo grado de hace muchos años escribió que la escuela primaria es como un mar que atravesamos acompañados de amigos. Eso me lo enseñó una alumna y debe ser una de las mejores cosas que aprendí). Aprendimos de maestros como Luis Iglesias, que en una escuela rural allá por Tristán Suárez, supo que escuela quería decir palabra y que la palabra se construye con la participación protagonista de los niños, y descubrió que la escuela quería decir mundo, y que por muy alejada del centro que estuviera la escuela, siempre debíamos esforzarnos por comprender que estábamos ligados a todos los rincones del planeta, a su arte y cultura. Aprendimos de un maestro brasileño llamado Paulo, un viejito de barba muy simpático, que pensaba que la escuela nos tenía que hacer libres, y pensaba que la escuela nos podía hacer libres. Aprendimos de las hermanas Cossettini que entendieron que el pensamiento racional y el pensamiento creativo se dan lugar en la escuela y que necesitamos del arte para explicar el mundo, y que los niños y las niñas no pueden ser más que los motores fundamentales de ese mundo escuela. Aprendimos de Carlos Fuentealba que dio hasta el último respiro porque sus compañeros maestros vivieran con dignidad su vida y porque sus estudiantes de la escuela técnica de adultos –que lo habían elegido rey de la escuela, nada más y nada menos- dominaran la técnica que puede transformar el mundo y hacerlo mejor, hacerlo un mundo vivible.
Aprendemos de nosotros mismos. Yo aprendo de estos compañeros, por ejemplo, que la escuela tiene que estar llena de risa, que la escuela debe ser el lugar más agradable que podamos hacer, que si tocan a uno tocan a todos, que si hay problemas estamos todos dispuestos a dar una mano. Claro que tenemos diferencias y discusiones, pensamos distinto. No hay dos que pensemos igual. Pero nos empeñamos en que el otro se sienta adentro de esta escuela y no afuera.
Aprendemos de los pibes, que nos hacen ver la vida con sus ojos de niños, que nos reconfortan a veces sin saberlo. De todos aprendemos algo.
La escuela pública está llena de futuro y ese futuro sale de acá. No va a venir de otro lado que no sea de los niños, de los trabajadores de la escuela, de las familias. Yo saludo a todos mis compañeros hoy en nuestro día, estamos en el mismo barco y hay un horizonte con tierras nuevas. A remar compañeros, por los pibes, por la escuela pública.
Hernán Boeykens (Escuela 12 DE 20 y 13 DE 13)