Este día es, sin lugar a dudas, una de las tantas fechas que como trabajadores de la educación debemos resignificar. En la vereda opuesta de la exaltación individual y el culto a la persona que implicó la imposición del “Himno a Sarmiento” en nuestras escuelas, entendemos que el “Día del Maestro” es ya una fecha que ha trascendido la estrechez de la recordación en el bronce de una historia oficial mirada desde una óptica ajena a las y los trabajadores.
Este 11 de septiembre, nosotros elegimos recordar y homenajear a todos los maestros y maestras que pelearon y pelean para que la tan castigada escuela pública salga a flote. Elegimos abrazarnos entre todos los docentes que damos batalla para que la escuela pública sobreviva a los malos funcionarios, para que resista ante los embates privatizadores, hoy disfrazados de “evaluación”. Elegimos, como cada día, no permanecer indiferentes a los problemas del pueblo trabajador del cual somos parte, y buscar junto a la comunidad educativa una salida para los de abajo.
Y si optamos por rescatar alguna figura, es inevitable pensar en la del maestro Fuentealba, junto a la de tantos otros, peleando en las aulas, en las calles, enfrentando la injusticia y al poder.
Desde Ademys entendemos que es imprescindible renovar no sólo homenajes, sino también el compromiso inquebrantable a favor de una escuela para todos y todas, atada a nuestro destino como laburantes.
En este marco es que entonces, decimos a todos los docentes, feliz día. Y al decirlo decimos también que creemos en nuestra tarea, que creemos en la escuela pública, y que hay mucho por hacer.
