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La escuela capitalista no puede menos que reproducir la cultura dominante al servicio de perpetuar el orden establecido. La educación no es una isla y no puede dejar de reflejar las tendencias de la sociedad de la que participa. Las reformas educativas no son sino la otra cara de las reformas laborales. El plan de reforma es someter a la educación pública a mayores rentabilidades corporativas.
Darío Balvidares, nos acerca un texto que aporta a comprender la pedagogía del capital encarnada en las sucesivas reformas anti educativas puestas al servicio de las grandes corporaciones y grupos económicos de poder.