La educación no es ni puede ser neutral
Secretaría Pedagógica de Ademys
Hace unas semanas, desde la Secretaría Pedagógica de Ademys, publicamos una nota que en el contexto del 24 de marzo discutía con la idea del adoctrinamiento en las escuelas. https://www.ademys.org.ar/v2/educar-despues-del-genocidio-la-pedagogia-de-la-memoria/
En el marco del último paro nacional docente el gobierno planteó a través de su vocero Adorni que enviaría un proyecto de modificación de la Ley Nacional de Educación para terminar con el “adoctrinamiento” en las escuelas. El gobierno que reivindica a Roca y el genocidio indígena sobre el que se constituyó el estado argentino; el gobierno que brinda las más lacayas muestras de sumisión al imperialismo estadounidense entregando la soberanía de nuestros territorios y nuestros bienes comunes, al tiempo que despide a miles de trabajadores del estado, desguaza la educación y la salud públicas, destruye los medios públicos de comunicación planteando privatizaciones masivas y lleva adelante una política económica que genera la miseria de millones de personas, plantea que la educación debe ser neutral, carente de ideología. A la vez, plantea la creación de un dispositivo (una vez más) para que estudiantes y familias denuncien a la docencia que no sea “imparcial”, es decir que no se ajuste al discurso hegemónico que emana desde el propio gobierno.
Ya Freire y otros autores han probado suficientemente que el acto pedagógico es esencialmente un acto político, que se desarrolla en un determinado momento histórico, situado, atravesado por intereses de clase; por lo tanto, no inconexos, desinteresados y neutros. Y todo posicionamiento político, implica un posicionamiento ideológico, una determinada visión de mundo, seamos o no conscientes de ello. ¿Es neutral negar y ocultar el genocidio indígena perpetrado por Roca con la violenta conquista militar de tierras en la Patagonia?
Al contrario de lo que se pretende instalar atacando a la docencia, el intento de adoctrinamiento es el que lleva adelante el gobierno mismo, como quedó demostrado en muchas ocasiones y en particular en el discurso presidencial en el colegio Cardenal Copello cuando habló a les estudiantes contra el “socialismo” y “los zurdos”. En una clarísima expresión de la concepción bancaria de la educación, como describe Freire, que “transforma a los educandos en recipientes, en objetos”, que pretende “controlar el pensamiento y la acción conduciendo a los hombres a la adaptación al mundo. Equivale a inhibir el poder de creación y de acción (…) La educación como práctica de la dominación que hemos venido criticando, al mantener la ingenuidad de los educandos, lo que pretende, dentro de su marco ideológico, es indoctrinarlos en el sentido de su acomodación al mundo de la opresión”. En palabras de Darío Balvidares, “No hay duda de que el señor presidente dio una clase práctica sobre adoctrinamiento político e ideológico”.
¿Por qué la educación es un terreno tan disputado? ¿Por qué es un objetivo del gobierno vaciar la educación pública y perseguir a la docencia? Como señalara el historiador Chesnaux “Nuestro conocimiento del pasado es un factor activo del movimiento de la sociedad, es lo que se ventila en las luchas políticas e ideológicas, una zona violentamente disputada. El pasado, el conocimiento histórico pueden funcionar al servicio del conservadurismo social o al servicio de las luchas populares. La historia penetra la lucha de clases, jamás es neutral, jamás pertenece al margen de la contienda”.
En la batalla cultural, en la disputa por el sentido del pasado, del presente y del futuro, la escuela ocupa un lugar central. Frente a las mentiras, falacias y discursos que pretenden instalarse, a contra mano de la educación bancaria y colonizada que se busca imponer desde el poder para paralizar y generar obediencia, desde la pedagogía crítica que sostenemos en las escuelas seguimos promoviendo el pensamiento crítico, el acceso al conocimiento, la necesidad de conocer y comprender en base a fuentes y documentos, de contrastar y reflexionar, de fundamentar con argumentos sólidos, entendiendo a les estudiantes como sujetos pensantes, activos y creativos en la construcción de conocimiento y de su propio proceso educativo, que debaten, investigan, reflexionan y contrastan posiciones (incluso las de la docencia). Una práctica que implica su transformación como individuos y que les (nos) interpela como sujetos capaces de modificar la sociedad.
Como sosteníamos en la citada nota: “La educación no es ni puede ser neutral. Invitamos a revisar los libros de texto escolares de la época que algunos sectores interesados (o desinformados) de la sociedad asocian a la “buena educación”, entendida como “neutral”, “sin política”. Esa educación de principios del siglo XX transmitía de un modo muy abierto una ideología de la clase dominante que masacraba indígenas, que robaba tierras, que explotaba en condiciones extremas a la clase trabajadora (nativa y migrante) y que soñaba con ser Europa. No era neutral esa educación a pesar de que afirmara lo contrario. No hay posibilidad de que esta actividad humana pueda desenvolverse sin que quienes la llevan adelante pongan en acción determinado sentido sobre su práctica. El “adoctrinamiento” consiste en ocultar cuáles son los fundamentos, principios y horizontes desde los que se enseña.
Eso no es lo que hacemos en las escuelas públicas. Explicamos, exponemos, ponemos a disposición nuestras fuentes y nuestros argumentos. No escondemos desde dónde hablamos, desde dónde actuamos. Frente a la “posverdad”, reivindicamos la capacidad de conocer. Por el contrario, buscamos que las infancias y adolescencias no acepten como “natural” la realidad (pasada o presente). Promovemos que puedan adoptar su propia posición de manera fundada (es decir, con argumentos, no con insultos) para que no queden atrapadxs en la perspectiva del poder, que se presenta como única alternativa posible. Porque la supuesta “neutralidad” no es otra cosa que aquella mirada acorde con lo que los poderosos pretenden convertir en sentido común.
No, les docentes no somos neutrales. Nunca lo fuimos, ni queremos serlo. Y por eso mismo, peleamos por una escuela que eduque para libertad (no para la libertad de los mercaderes, sino de la libertad humana, vale aclarar). Por eso, respetamos el derecho de las generaciones venideras a conocer un pasado reciente que sigue siendo presente”.
En ese pasado reciente, también están las experiencias de organización, de luchas e insurrecciones populares que desde el poder se temen y se pretenden ocultar, y que es nuestra tarea recuperar para poder construir una alternativa de futuro. Por eso promovemos una educación para la emancipación y no para el mercado; una educación que luche por la equidad de género; una educación que abone al desarrollo de la conciencia popular y no al sometimiento frente a la opresión.
1 Paulo Freire, Pedagogía del Oprimido, Siglo XXI Editores, Buenos Aires 2010, pág. 82
2 https://tramas.ar/2024/04/06/el-adoctrinamiento-es-la-pedagogia-del-opresor/