Resalta – entre otros puntos – la disminución de partidas destinadas a infraestructura escolar pública, e incluso, su subejecución; la falta de edificios escolares para cubrir la demanda actual de vacantes; el incremento de subsidios a la educación privada; la intensa injerencia de la Iglesia en el diseño curricular; el pago a la ONG “Protege tu corazón” para dictar contenidos opuestos a la Ley integral de Educación Sexual, o la atención de alumnos con personal no calificado a través de la ONG “Enseñá x Argentina”; la creación del Instituto de Evaluación de la Calidad Educativa como organismo para disminuir salarios; la sorprendente interpretación de la inclusión en el área de Educación Especial; el empobrecimiento de la secundaria con la Nueva Escuela Secundaria (NES) porteña.