Hace algunas semanas publicamos desde Ademys un comunicado (LINK a http://www.ademys.org.ar/v2/ una-vez-mas-rechazamos-la- evaluacion-censal-en-7mo- grado-no-al-ranking-de- escuelas-desterremos-la- logica-de-mercado-en- educacion/) rechazando las pruebas censales (FEPBA) que se tomaron a los alumnos de 7mo grado de las escuelas de la Ciudad durante el mes de agosto.
En ese comunicado manifestamos que estas evaluaciones implican al Ministerio una enorme inversión de dinero que podría ser usada para fines más necesarios; son pruebas estandarizadas que no tienen en cuenta las particularidades; tienen carácter anónimo para los alumnos pero no para las instituciones, dando lugar a la utilización de futuros premios y castigos para las escuelas.
A los motivos que mencionamos en esa ocasión para rechazar estas evaluaciones, sumamos otros que han surgido del debate entre maestros en las escuelas donde estas pruebas fueron tomadas.
En primer lugar, los maestros rechazamos que nuestros alumnos sean interrogados acerca de sus condiciones de vida y las de su familia, sobre su trayectoria escolar y sobre la forma de enseñanza de su docente de Matemática. ¿Con qué propósitos el Ministerio les realiza estas preguntas a nuestros alumnos? Según afirman en sus documentos, con los datos que obtengan de estos cuestionarios, elaborarán informes de factores asociados a los resultados de las evaluaciones. ¿Qué lectura hacen de estos datos? ¿Los usarán acaso como una herramienta más para culpar a la procedencia de los alumnos y sus familias de los problemas educativos?
Además, las preguntas a los chicos sobre las prácticas de enseñanza de sus maestros y el cuestionario que se le entrega a los docentes y directivos instala de forma encubierta una modalidad de evaluación docente que los maestros venimos rechazando de conjunto. Pareciera que, después del fracaso que constituyeron las “encuestas docentes” que intentaron aplicar en 2012, el Gobierno ha buscado una forma más solapada de realizarlas: en los cuestionarios preguntan a los maestros sobre su desempeño y el de sus directivos.
Por otra parte, como maestros que trabajamos todos los días en el aula conociendo el enfoque propuesto por el Diseño Curricular, manifestamos que las evaluaciones no resultan coherentes con la propuesta del Diseño.
En la evaluación de Prácticas del Lenguaje se presentan preguntas sobre los textos que guardan poca relación con el tipo de tareas que propone el Diseño y que los maestros realizamos en clase con nuestros alumnos; preguntas que, de ningún modo, sirven para evaluar lo que los chicos han aprendido durante su escolaridad y se sustentan en la idea de que la comprensión lectora existe como una habilidad general. Sabemos que la posibilidad de comprender un texto depende, entre otras cosas, del conocimiento que se tenga acerca del mismo. Los tipos textuales que existen son muchos y el Diseño Curricular es flexible para que seamos los maestros quienes decidamos qué tipos de texto abordar. Por otro lado, la evaluación sólo toma en cuenta un aspecto de todos los que abordamos en las clases de Prácticas del Lenguaje.
En la evaluación de Matemática se considera la resolución de problemas vinculados a contenidos muy diversos. En primer lugar, no se contempla la posibilidad de que los alumnos no puedan resolver ciertos problemas porque aún no hayan sido abordados en clase (ya que aún resta tiempo de clase). En segundo lugar, cuando los maestros tomamos evaluaciones en el aula, les anticipamos a los alumnos de qué se tratarán, los ayudamos a organizarse con el estudio y les damos herramientas para que puedan prepararse. Aquí se abordan muchos contenidos que los toman “por sorpresa”, para los que no han estudiado y probablemente han abordado en clase hace ya bastante tiempo.
Por último, cuestionamos una vez más la utilidad de estas evaluaciones. En los documentos elaborados por el Ministerio, las pruebas permiten identificar las fortalezas y necesidades de aprendizaje particulares de cada escuela, aportando información clave para que los tomadores de decisiones del Ministerio de Educación y los equipos de supervisión escolar puedan trabajar con directivos y docentes para definir e implementar estrategias de mejora en cada institución. Cada año, las conducciones de las escuelas reciben un informe de los resultados obtenidos por los alumnos de la escuela el año anterior.
Los maestros no necesitamos un operativo de evaluación – en el que se invierte tanto dinero, tiempo y personas – para saber qué saben y qué no nuestros alumnos: estamos todos los días con ellos en el aula. Los conocemos, sabemos cómo empezaron el año y cuánto pudieron avanzar, pensamos cómo ayudarlos, nos alegramos cuando entienden eso que tanto les costó, cuando empiezan a escribir convencionalmente, cuando se apropian de las estrategias de sus compañeros, cuando escriben textos que emocionan. Y seguimos pensando qué más podemos hacer cuando, por más de que traten y traten, hay algo que no les sale, cuando vemos que les cuesta avanzar. Pero para pensar en esto no necesitamos un informe de una evaluación externa, sino mejores condiciones de enseñanza y aprendizaje y un tiempo para que podamos pensar junto a nuestros compañeros cómo seguir.
Los documentos elaborados por el Ministerio están disponibles en:
Evaluación FEPBA | Buenos Aires Ciudad – Gobierno de la …
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