Sin consultar con quienes estamos en las escuelas, se aprobó un protocolo nacional para la vuelta a clases presenciales. Mientras los contagios están alcanzando el pico en el AMBA, el ministro de Educación Nicolás Trotta, publicó el documento obviando, entre otras cosas, el presupuesto necesario que deberían invertir para garantizar la salud de todxs. En la ciudad de Buenos Aires Larreta sigue el mismo plan.
Es lógico, ya que en las últimas semanas comenzó a sentirse con más fuerza la presión para el retorno a las escuelas. Esta presión forma parte del discurso del sector empresarial – del cual son parte la escuelas privadas- que puja para que se termine la cuarentena.
En el protocolo nacional se habla de distanciamiento social de dos metros, de estrategia de aulas burbujas o de desdoblamiento de grupos, de ventilación natural obligatoria y de “bimodalidad” en la que lxs docentes deben realizar “actividades de continuidad pedagógica no presenciales y ser sostén y andamiaje de los estudiantes de cada agrupamiento”, entre otras decenas de indicaciones.
En caso de contagios, no se establece ni la necesidad del testeo del grupo que tuvo contacto con el caso, algo elemental como prevención para familias enteras que viven muchas veces en condiciones de hacinamiento, incluso a veces sin agua. Tampoco se menciona el aislamiento y testeo de docentes y no docentes que hayan estado a cargo del grupo, y por el contrario se habla, de la continuación de sus tareas, obviando que podríamos convertirnos en vectores de contagio.
El protocolo presentado para la Ciudad tiene la misma tónica. Refleja, una vez más, un gran desconocimiento de cómo funcionan las escuelas: presenta prescripciones que rozan lo ridículo, como que lxs alumnxs en las clases de Educación física estén distanciados por diez metros.
El mismo gobierno que no construye escuelas, que no garantiza vacantes, que permite que lxs estudiantes de las escuelas públicas estén hacinados en las aulas, en escuelas con terribles problemas edilicios y, por supuesto, sin jabón, papel higiénico, ni ningún elemento de higiene supone que hay condiciones para regresar a clases con un distanciamiento entre lxs alumnxs dentro de las aulas o el uso constante de elementos para higienizarse.
Mientras que las supervisiones de Primaria se enteraron de la existencia del protocolo de manera informal y no hubo debate al respecto en las escuelas, para las jornadas EMI de algunas escuelas del Nivel Medio, el gobierno envió un cuestionario (con serias faltas de ortografía y errores gramaticales) que solicita a lxs docentes que propongan qué cambios deberían hacer “para mejorar la propuesta pedagógica de cara a pensar la vuelta después del receso” sin mencionar con qué recursos y herramientas básicas se podría sostener el regreso.
Antes de pensar el retorno a clases, el Ministerio de Educación deberá garantizar condiciones básicas que establezcan especialistas en conjunto con la docencia y comunidad educativa.
Es necesario más que nunca, que se destine presupuesto para educación, en base al no pago de la deuda y el impuesto a las grandes fortunas.
Al mismo tiempo, se podrían impulsar comisiones de higiene y seguridad en cada escuela junto a docentes, no docentes, familias y personal de salud, independiente de los gobiernos que contribuyan a controlar las medidas necesarias.
Por todo ello, rechazamos estos protocolos de vuelta a clases que ya fueron rechazados por los supervisores de Primaria y educación Especial.